viernes, 23 de diciembre de 2011

Penny Hardaway: un mago derrotado por su físico.

Anfernee Hardaway llega a la liga en el draft de 1993, seleccionado en la 3ª posición por los Golden State Warriors. La expectación en torno a su figura es enorme: base/escolta con enorme talento ofensivo de dos metros de altura, un jugador diferencial al que colgar la etiqueta de nuevo Magic Johnson. Los Warriors le intercambian la misma noche del draft por el otro gran jugador de aquella promoción: Chris Webber, el ala-pívot de los Fab Five de Michigan. Así que Penny aterriza en Florida para jugar con los Orlando Magic.

Su impacto en la liga es inmediato, tal y como correspondía a un jugador de su calidad. MVP del partido de los rookies, juega los 82 partidos de temporada regular en los que firma 16 puntos, 5.4 rebotes, 6.6 asistencias y 2.3 robos de balón por noche, dejando clara su capacidad para dominar casi cualquier disciplina del juego. Sólo la brutal temporada de Webber le impide llevarse el trofeo al mejor rookie del año, pero su sociedad con Shaquille O´Neal en Orlando comienza a dar muestras de lo que sucedería la siguiente temporada.

La carrera de Hardaway resultó ser finalmente tan solo un destello, un atisbo de lo que se suponía que llegaría a alcanzar. Únicamente teniendo esta premisa presente se puede entender que su mejor temporada llegase en su segundo año como profesional. En la campaña 1994-95 el combo Penny-Shaq revoluciona la NBA. Nadie en una conferencia este huérfana aún de Michael Jordan podía parar el juego dentro-fuera de los Orlando Magic, que alcanzan las 57 victorias en la regular season con sus dos estrellas seleccionadas para el All-Star y colándose en el mejor quinteto de la liga. Ya en la primera ronda de los playoffs Orlando se deshace con comodidad de Boston, para cruzarse en la segunda con los Chicago Bulls de un Michael Jordan ansioso de gloria. Air había abandonado su retiro a finales de esa temporada regular y necesitaba recuperar el protagonismo perdido a costa de cargarse al equipo y a la pareja de moda. La eliminatoria resultó tremenda, con declaraciones altisonantes como las de Nick Anderson quien, tras robar un balón clave a Jordan en el primer partido, se mofó del escolta de los Bulls diciendo que jugaba como un viejo de 45 años, en alusión al  número con el que Michael regresó a las canchas. La venganza de Air no se demoró, y los Bulls ganaron el siguiente duelo. La serie llegaría a estar igualada a 2, pero los de Chicago se mostraron indefensos ante la devastación que O´Neal desató en su zona y acabaron cayendo en los dos últimos partidos.

Pero si intensa fue la serie ante Chicago no menos duras resultaron las finales de conferencia contra Indiana. Los Pacers llegaban con Reggie Miller de gesta en gesta (en la anterior ronda se produjo una de los grandes momentos de la historia de los playoffs, con The Killer anotando 8 puntos en los últimos 18 segundos del primer partido ante los Knicks) y la serie se fué a 7 partidos, con momentos estelares como el tiro ganador de Rick Smiths (pívot de Indiana) en el 4º duelo, contrarrestando un triple de Penny segundos antes.Tras una cruenta guerra de desgaste, los Magic se llevaron la séptima y definitiva batalla por un rotundo 105-81 y se colaron en las finales de la NBA. Allí acabaría el sueño de los de Florida...

Los Houston Rockets de Olajuwon, vigentes campeones tras derrotar a los Bockers en las finales del 94, esperaban en la gran cita del basket mundial. La expectación era enorme ante el duelo entre los gólems más poderosos de la liga: la combinación de talento e intimidación del center nigeriano contra la incontenible potencia de un pujante O´Neal. Los tejanos se llevaron el 1er partido en la prórroga (el de los 4 tiros libres fallados por Nick Anderson para haber sentenciado) 120-118 y a partir de ahí arrasaron a sus rivales, que sólo disputaron la victoria en el 3er partido. En unas finales sin historia, los de florida acabarían encajando un rotundo 4-0, con el pívot nigeriano jugueteando con un Shaquille impotente ante los movimientos de su rival en la pintura. El anillo se le escapaba a Penny.

Al año siguiente las lesiones comenzaron a aparecer. Los Magic aún completarían una buena temporada y Hardaway volvería a ser All Star e integrante del mejor quinteto NBA, pero en las finales del Este esperaba un Jordan que había pasado el año entero lamiéndose las heridas y preparando su venganza. Tras plantarse allí cómodamente eliminando a Detroit y Atlanta, el equipo se vió sorprendido por los Bulls. Air destrozó a Penny por fuera y el 4-0 encajado con una diferencia media de 17 puntos a favor de los de la Windy City removió los cimientos de la franquicia, con Shaq abandonando el barco rumbo a los Lakers.

Pese a sus grandilocuentes declaraciones (llegando a afirmar que lideraría la NBA en anotación sin problemas), las lesiones golpearon fatalmente a un Hardaway que sólo jugó 19 partidos en el primer año post-Shaq. El resto de su trayectoria en los Magic no pasaría de eliminaciones en 1ª ronda de los playoffs, lejos ya el brillo de los primeros años. El talento seguía ahí, pero los Phoenix Suns pudieron disfrutar de él a cuentagotas, con Anfernee superando los 60 partidos en liga regular sólo en dos ocasiones. Su penúltima aventura en unos lamentables Knicks ni siquiera merece mención, así como su última temporada en los Miami Heat, que le cortan del roster a los 16 partidos. Final inmerecido para el gran Penny, un crack derrotado por su físico.






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