Decíamos ayer que el sexto partido en Boston era una prueba de proporciones épicas para Lebron James. Que los Heat no podrían confiar demasiado ni en el irregular Wade ni en el recién recuperado Bosh para llevarse el match ball en un Garden engalanado para la ocasión. La historia llamó al Rey y el jugador de Akron respondió con una exhibición bestial, a un nivel que sólo Wilt Chamberlain había alcanzado desde que existen los playoffs de la NBA.
En los primeros tiempos de Michael Jordan, en la liga se acuñó un sobrenombre socarrón para aglutinar a sus compañeros en los rosters de los Chicago Bulls, siempre a la sombra de Air. Aquellos equipos eran conocidos como Jordan & The Jordanaires, en un juego de palabras que tomaba como base un famoso grupo de gospel de los años 50. Anoche los fastuosos Miami Heat del Big Three, con un MVP de las finales como Dwayne Wade en nómina, no difirieron mucho de aquellas escuadras al servicio de Mike. Perfectamente podríamos llamar Lebron & The Lebranaires a los Heat que se batieron el cobre ayer en Massachussets.
Los Celtics no pudieron sujetar al juggernaut James, absolutamente imparable. Entradas a canasta, rebotes ofensivos culminados en mates salvajes, certeros lanzamientos exteriores... una canasta tras otra para un total de 30 puntos en la primera parte, fundamentales a la hora de construir una ventaja de dobles dígitos que ya nunca pudieron levantar los de Doc Rivers.
45 puntos, 15 rebotes, 5 asistencias, 19/26 en tiros de campo, tremendo trabajo en defensa... 45 minutos de puro dominio del juego en la cancha. Ninguna opción para los celtas, pese al gran partido de Rondo una vez más, y a los intentos del propio Rajon y de Garnett de inflamar aún más el pabellón con las ya famosas flexiones tras recibir falta.
En una temporada en la que escuadras como los Spurs, los Pacers o los Sixers nos han regalado exhibiciones varias de juego en equipo, con el balón en circulación permanente en busca de la mejor opción, ayer pudimos presenciar como un superhombre es capaz de derrotar a toda una tropa en un partido a vida o muerte. Pero mal harían los de florida en confiar su suerte en la séptima batalla a otra obra de arte individual de The King. Tal vez el ejército de un solo hombre no sea suficiente en el agobiante duelo decisivo...
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