Los Thunder son un equipo de futuro, con recorrido. Sus primeras finales son una gran oportunidad, pero para casi todo el planeta basket serán las primeras de muchas, la puesta en escena de un grupo de chavales destinados a dominar la NBA. Es inevitable que esta reflexión nos produzca una sensación de deja vu, personificada en otro equipo que también alcanzó la última refriega en la guerra por el anillo hace 5 años. Aquel verano del 2007, los Cleveland Cavaliers desafiaron sin demasiada suerte a unos San Antonio Spurs en su apogeo competitivo. La escuadra de Ohio parecía el equipo del futuro, y llegaba liderada por un joven fenómeno dispuesto a reinar en la liga, al igual que Durant acaudilla ahora a los de Oklahoma. Aquel líder de los Cavaliers se llamaba Lebron Raymond James.
Mucho ha llovido desde que los Cavs salieran escaldados con un contundente 4-0. The King ha llegado a las 27 primaveras, ha ganado 3 MVPs de la regular season, es un All Star perenne, ha liderado la competición en anotación, protagonizó un chabacano espectáculo (bautizado por él mismo como The Decision) para aterrizar en los Miami Heat, volvió a las finales para sucumbir ante los Mavs de Dirk Nowitzki, en medio de las críticas ante su evidente falta de resolución en los minutos finales... una amalgama de éxitos y algún sonoro traspiés que ha alimentado la motivación de James, las ganas de lograr ese anillo que aleje la frustración. Para Lebron estas finales son un asunto personal, son sus Juegos del Hambre particulares.
Si en los 3 primeros choques el alero de Miami había exhibido su poderío anotador y reboteador, en el cuarto decidió añadir a ambas habilidades su faceta de asistente, de motor del equipo. Ante el apoteósico inicio de Oklahoma (por encima del 60% de acierto en el primer cuarto) y la terrorífica exhibición de Westbrook (18 puntos en la primera parte, 43 en total), los Heat lucharon para volver al duelo, con James (29 puntos, 9 rebotes y 12 asistencias totales) anotando y alimentando a Wade, Bosh y un estelar Chalmers (25 puntos para el point guard). Sin embargo, el momento clave llegaría en el último cuarto: pérdida de balón de James al caer al parquet, resuelta por un tapón de Wade en defensa y asistencia de Flash en el otro aro a un renqueante Lebron. Con la final en el aire, el #6 de los Heat se veía obligado a abandonar el partido, para volver a menos de 4 minutos para el final (tras canasta de Durant, que daba a los Thunder la primera ventaja del cuarto) con una cojera evidente.
Si fue o no ese hambre el que dió fuerzas a Lebron será algo que quedará en la cabeza del juggernaut de Akron. Lo que todos vimos alucinados fue como un jugador cojo convertía el triple que ponía por delante a su equipo, para que Wade culminara el trabajo y dejara a los de Florida a un partido de engarzarse la joya más preciada del baloncesto mundial.
Los Thunder volverán pasado mañana al Continental Airlines Arena para forzar un sexto partido en casa. ¿Alguna duda de que Lebron James jugará ese partido?.
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