lunes, 30 de julio de 2012

La cacicada tras el Dream Team...

Todo son piropos y admiración en torno al mítico Dream Team del 92, de rabiosa actualidad en su vigésimo aniversario. Aquella constelación de artistas nos regaló uno de los momentos más estelares de la historia de los JJOO, pero es bien sabido que no todo fue luz en el halo de aquel equipazo. Al contrario que las estrellas del actual Team USA, que logran aparcar su rivalidad sobre las canchas NBA cuando comparten selección, durante el proceso de formación de la mítica escuadra de los sueños aconteció un oscuro episodio, en el que viejas rencillas salieron a flote con influencia determinante en la composición final del roster. No es cierto que en aquel equipo figuraran los mejores de entre los mejores, una ausencia en particular destacaba de forma flagrante... y todo el mundo era consciente de la causa de tal ausencia.

Nuestra historia comienza con un supuesto boicot acaecido en el All Star de 1985. Michael Jordan, el rookie volador de los Bulls, llegaba a la gran cita con ganas de comerse el mundo...y salía de la pista con la sensación de haber sido víctima de un complot por parte de los veteranos de la liga que, para proteger su estatus ante el arrollador novato, habían consensuado no compartir la pelota naranja con Air. Y, de entre todos los boinas verdes, el joven Mike señaló a uno en particular, cuyo nombre figuraría desde aquel día en la primera página de su libro de agravios: el director de juego del combinado del este, Isiah Thomas.

Nuevo salto temporal. Trienio 1988-89-90. Playoffs. Los Bulls de Jordan buscan hacer historia logrando el primer título colectivo para un Michael que ya tiranizaba la NBA en el apartado individual. Pero temporada tras temporada los toros se estampan contra un muro pétreo, inabordable: los Detroit Pistons de Isiah Thomas. Con las Jordan Rules de Chuck Daly como telón de fondo, la defensa al límite del reglamento de los Bad Boys y los dobles e incluso triples marcajes sobre el #23 dejan una y otra vez en la cuneta a los de Illinois, con la consiguiente frustración de Air. Aquellos Pistons ganarían los anillos de 1989 y 1990, con Zeke (nacido en Chicago, ironías del destino) a un nivel estelar.

Jordan nunca olvidaría aquellas afrentas y, a pesar de la dulce venganza contra los de la Mo-Town en los playoffs de 1991, encontraría el momento de canalizar su rencor acumulado sobre Thomas...

La noticia de la exclusión del base a la hora de confeccionar la lista para los juegos de Barcelona careció de condicionantes objetivos desde el mismo momento de su anuncio. La carrera del point guard (retirado un par de años después de aquel episodio), con 2 anillos de campeón ( MVP en las finales contra los Lakers de Magic, promediando 27.6 puntos y 7 asistencias en aquellos 4 partidos), 12 All Stars (con 2 MVPs del partido de las estrellas) y unos números de 19.2 puntos y 9.3 asistencias por noche en sus 13 campañas como profesional, contaba con méritos más que de sobra para ingresar en aquella pléyade de colosos... salvo que recibiera el veto directo del mismísimo Michael Jordan.

Con Pippen y Magic de su lado (curiosa la relación de amor-odio entre los playmakers de Lakers y Pistons), la amenaza de Jordan de abandonar el equipo se impuso, y Thomas no formó parte de la expedición que arrasó en la Ciudad Condal.

Con motivo de los fastos por el citado 20 aniversario del mejor equipo que jamás a pisado una cancha, los periodistas han acudido en enjambre sobre Zeke que, en un gesto que le honra, ha esquivado elegantemente la polémica. El que escribe nunca ha sido un admirador declarado de Isiah, mucho menos en su faceta en banquillos y despachos, trufada de escándalos y charlotadas varias. Pero en este punto la reflexión es clara: la foto de los 12 de Barcelona 92 nunca estará completa del todo, siempre faltará la figura del explosivo caudillo de los Bad Boys. Al César lo que es del César.

jueves, 26 de julio de 2012

Cuando el mundo nunca es suficiente...

El Wild West anda asustado con los Oklahoma City Thunder. El trabajo de Sam Presti en los antiguos Supersonics ha sido grandioso, construyendo poco a poco un equipazo llamado a dominar la liga. Haciendo gala de un aprovechamiento perfecto de sus elecciones en el draft, Westbrook, Ibaka y Harden han ido llegando para unirse a Kevin Durant y formar una escuadra que emana juventud y talento por los cuatro costados. Todo parece de color de rosa en la franquicia del Trueno pero, incluso en la situación aparentemente idílica de la tropa dirigida por Scott Brooks, existe el riesgo permanente de que la calma salte por los aires. Un vestuario de baloncesto, como compendio de individuos con sus respectivas personalidades, es por naturaleza inestable. Y en el caso de OKC, el foco de esa inestabilidad tiene un nombre propio: su point guard All Star, Russell Westbrook.

Es la historia más vieja del mundo. La ambición y el ego, inherentes al ser humano, son perfectamente capaces de destruir sociedades llamadas al éxito. Ya lo vimos a principios del S XXI en los Lakers de Shaq y Kobe (que coleccionaron anillos mientras aguantó su viciada convivencia) y, según la intuición del que escribe, lo veremos en breve en el equipo del estado de las Grandes Llanuras. Ya ha habido ecos de pequeños roces, pero lo grande está aún por llegar...

Westbrook es un jugador joven, en plenitud física, con enormes posibilidades y ganas infinitas de llegar a lo más alto. Y, en su manera de entender la profesión, alcanzar sus límites como jugador y ser segundo de Durant por los siglos de los siglos no casan. Además, la lucha por transformar a Russell en un playmaker cerebral está perdida de antemano, dada su pertenencia a la estirpe de bases anotadores, que necesitan el balón en las manos y muchos tiros para sentirse importantes.

La situación es radicalmente opuesta a la del dúo Lebron-Wade, sus antagonistas en las pasadas finales de la NBA. Dwayne es un jugador más maduro, ya ganó un anillo siendo protagonista absoluto, y está sufriendo un lento declive debido a problemas físicos. Una conjunción de factores que desembocan en la aceptación del rol de segundo de abordo.

Se admiten apuestas: ¿cuánto tardará el #0 de los Thunder en reclamar la pelota naranja en los últimos segundos de partidos apretados?, ¿exteriorizará aún más Durant su enfado ante las explosiones de su compañero en partidos como el famoso de los 43 puntos ante los Heat en la gran final?.

La película se repite: para tipos como Westbrook, el mundo nunca es suficiente...

miércoles, 25 de julio de 2012

Volver a empezar...

"Es el mejor momento, sentir, cambiar de nombre tantas cosas y olvidar algunas caras en el cementerio del pasado"

Todos pasamos por etapas de reconstrucción en cualquiera de las múltiples áreas de nuestras vidas, ya sean originadas por nosotros mismos (en busca de seguir adelante, rompiendo con el pasado), impuestas por el entorno o por una mezcla de ambos factores.

Pero olvidemos el envoltorio impregnado de aires trascendentes de la entradilla anterior y de la cita que abría este post (fragmento de una canción del genial grupo Deluxe) para centrarnos en el baloncesto, razón de ser del blog. Lo que no abandonaremos es esa dirección emprendida, esa reconstrucción que nuestro protagonista necesita más que nunca tras temporada y media transitando por la oscuridad, por los bajos fondos de la NBA. Los Nets cambiaron de dueño y ahora lo hacen de nombre, de ciudad y de pabellón. Una era de renovación y nuevas ilusiones les acompañará en su llegada a Brooklyn, y la parte más beneficiada de todo ello será su gran estrella, el tipo llamado a liderar la nave del multimillonario ruso Prokhorov.

Desde que un extraño desencuentro con Jerry Sloan en Utah originara su traspaso rumbo a New Jersey, Deron Williams venía actuando fuera de foco, con poca motivación y nulas esperanzas de regresar al gran baile de la temporada: los playoffs. La escuadra de la otra orilla del Hudson es un desastre absoluto casi desde los años dorados de las 2 finales con Jason Kidd al frente, y D-Will no mostraba ganas de emprender la titánica tarea de convertir su banda en un grupo mínimamente competitivo. Hasta que llegó el ruso con sus millones y lo cambió todo.

Ahora los Nets competirán con los Knicks por el respeto de Gotham, con una nueva escuadra rearmada a base de exhibiciones de talonario rayando la obscenidad. Williams dirigirá una orquesta con piezas ofensivas de la talla de Joe Johnson, Brook Lopez, Mirza Teletovic o el sophomore MarShon Brooks. Añadiendo la ayuda en defensa y rebote de los renovados Gerald Wallace y Kris Humphries, más la interesante adquisición de C.J Watson, los Nets tienen muchas opciones de retornar a la postemporada (y eso a la espera de posibles nuevas llegadas como la de Kirilenko), hábitat natural de un prodigioso talento como el de Deron.

100 millones firmados por 5 temporadas, hora de echar raíces y volver a los debates en torno al cetro de mejor playmaker del planeta basket (por el que competía junto a Chris Paul no hace mucho) que ahora se disputan el pequeño general de los Clippers y Rajon Rondo, líder absoluto de unos Celtics empeñados en burlar a la vejez.

Deron saluda a Brooklyn y al resto de la NBA, gritando a los cuatro vientos su retorno a la picota de la liga.

lunes, 23 de julio de 2012

David contra Goliat.





" I haven´t seen the finals since Sprewell played.." http://www.youtube.com/watch?v=t45jqsVSJWI

Escuchando la genial versión que un hincha Bocker ha hecho de la canción Somebody I Used To Know (acerca de la marcha de Lin a Houston), uno no puede evitar abstraerse a aquellas finales de la anterior campaña del lock out, más concretamente al partido decisivo: la 5ª batalla a vida o muerte del 25 de Junio de 1999.

Los Knicks de Stan Van Gundy habían completado una épica aventura como cenicienta de la NBA. Metidos en los playoffs in extremis desde la última plaza del Este, a base de una defensa al límite y la inspiración de sus dos estrellas exteriores en ataque (más flashazos puntuales de Larry Johnson y un bisoño Marcus Camby), los Bockers superaron la lesión de su líder (un crepuscular Patrick Ewing) y se plantaron en las finales de la NBA, destruyendo todos los pronósticos.

En el último escalón hacia la gloria esperaba una montaña inabordable para los de la Gran Manzana: los San Antonio Spurs, un equipo tan intenso atrás como los Knicks y con un terrorífico monstruo bicéfalo en ataque, listo asolar las zonas rivales. El combo Robinson-Duncan había jugueteado con las poderosas baterías interiores de la conferencia oeste, qué no harían con la del Madison...

Tras ser ridiculizados durante los dos primeros partidos en Texas, el orgullo del Garden insufló de fuerzas a los neoyorquinos, que se llevaron el tercer duelo y lucharon de poder a poder en el cuarto, para llegar al 5º también en casa al borde de la eliminación (3-1 en el global para San Antonio).

Con el Madison en modo caldera, sería su jugador más temperamental el que lucharía hasta la extenuación en el intento por forzar un sexto partido en el Alamodome: de emocionante se debe calificar el esfuerzo de Latrell Sprewell en su cruzada contra el colosal Tim Duncan. El díscolo escolta-alero de los Knicks tomó el control total del ataque Bocker en el último cuarto, con Houston superado por las circunstancias, para irse a los 14 puntos anotados en el periodo decisivo. Los necesarios dobles y triples marcajes ordenados por Jeff Van Gundy sobre el ala-pívot de las Islas Vírgenes supondrían la perdición de los Knicks: con los exteriores Spurs libres de molestias, sería el pequeño Avery Johnson quien ajusticiaría a los locales con un tiro abierto a 47 segundos del final. Tiempo suficiente para una última intentona, que por supuesto tendría a Spree como protagonista. Con 35 puntos y 10 rebotes en su casillero, Latrell recibió el pase final de Charlie Ward mal posicionado bajo el aro. Imposible levantar la bola ante la intimidación de las torres gemelas de Popovich.

http://www.youtube.com/watch?v=7OZS9P3YraY

Los Knickerbokers volvían a caer en las finales como en el 94, pero Sprewell mantiene aún un lugar especial en el panteón de los aficionados de la capital del mundo, que siguen acudiendo a la catedral del baloncesto con el #8 a la espalda. El espíritu del guerrero del Garden sigue vivo...

viernes, 20 de julio de 2012

El retorno de Ray...

Lin es historia en el Madison. Ya expresé con minuciosidad mi opinión acerca de todo el caso Jeremy en la entrada anterior, así que esta vez voy a centrarme en alguien que vuelve a la Gran Manzana, y que ha pasado desapercibido entre todo el revuelo causado por la marcha de Linsanity rumbo a Texas. Un tipo en el que además tengo mucha fe de cara a la próxima temporada.

La destrucción del quinteto de la 2010/2011 para acometer la contratación de Carmelo Anthony tuvo un efecto especialmente negativo en el entonces playmaker de los Knicks. Los Bockers se hallaban en plena curva ascendente de juego y rendimiento con Raymond Felton a los mandos, y el point guard formando en North Carolina había alcanzado un entendimiento total con la estrella Stoudemire. Los números del Ray pre-traspaso hablan por sí solos: en los primeros 54 partidos de aquel ejercicio sus promedios se situaron en los 17.1 puntos, 3.6 rebotes, 9 asistencias y 1.8 robos por noche. Como efecto colateral, STAT estaba jugando el mejor baloncesto de su carrera (superior para el que escribe al que llegó a interpretar en Phoenix, con un tal Steve Nash a su lado... palabras mayores).

http://www.youtube.com/watch?v=epaGp7nkHnk

Hacer las maletas rumbo a Colorado y caer en la desmotivación más absoluta fueron de la mano para Felton. Sin llegar a entender la decisión de los Knicks, Ray se ha dedicado a cumplir expediente en los Nuggets y en Portland, muy lejos de su mejor forma física (su sobrepeso a inicios de la campaña del lock out era escandaloso). Parecía que la carrera del jugador de 28 años había vuelto al agujero de sus inicios en los tristes Charlotte Bobcats... pero la Big Apple ha vuelto para rescatar al hijo pródigo.

Si Felton recupera el hambre del que hizo gala en sus anteriores meses como Knickerbocker, el que escribe no tiene dudas de su plena capacitación para dirigir una interesante nave con cañones ofensivos de la talla de Melo, Stat, o J.R Smith. Y con el trabajo atrás de tipos como Chandler, Camby, Shumpert o Prigioni ( habrá que ver los minutos con los que contarán tanto el genio de la Pampa como el sophomore), tal vez veamos por fin una campaña seria de los neoyorquinos, y unos playoffs decentes como guinda. Spike Lee y cía no esperarán menos...

miércoles, 18 de julio de 2012

Mi verdad sobre el Lingate...

Los Knicks de nuevo en la picota, y esta vez con un jugador que arrastra la mercadotecnia de todo un continente detrás. Espectáculo garantizado, como en un buen musical de Broadway: this is New York.

Las críticas arrecian sobre la gerencia Bocker, en especial sobre el Sr Dolan. Que la gestión del también presidente de Cablevision Systems al frente de los de la Gran Manzana ha sido un desastre absoluto no lo niega nadie (imposible olvidar los tejemanejes del dúo casi cómico que formó con Isaiah Thomas, entre otras muchas charlotadas), pero en la decisión particular de dejar escapar a Jeremy Lin existen diversos puntos de vista. Ahí va el de un servidor.

Abandonarse a la pasión y al encanto inherente a la espectacular aparición de Lin la pasada temporada es razonable desde el punto de vista de un fan Bocker. Con los Knicks cuesta abajo y sin sus grandes estrellas (fuera por lesión), el base de Palo Alto emergió como una suerte de mesías de rasgos asiáticos, y los del Madison se agarraron a su efecto para ganar algunos partidos e ilusionar de paso a unos aficionados que llevan más de 10 años aguardando una actuación digna del equipo en los playoffs.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=t45jqsVSJWI

Hasta aquí todo en orden, pero ahora tratemos de fijar el foco de la objetividad sobre Lin. Un base joven, capaz de anotar pero con problemas a la hora de elegir la mejor opción ordenando el juego del equipo, que el año pasado jugó 35 partidos cifrados en 14.6 puntos, 6.2 asistencias, 1.6 robos y 3.6 balones perdidos. 64 partidos como bagaje profesional, a punto de cumplir 24 años. Una gran historia, un filón en términos de marketing y un prometedor point guard, pero... ¿merecedor de un contrato de 15 millones de dólares por un año de baloncesto?.

Los Rockets, en plena reconstrucción desde sus cimientos, ya ofrecieron un acuerdo disparatado a Landry Fields (20 millones por 3 temporadas) que los Knicks tampoco igualaron. Su propuesta a Lin fue de 25,1 millones también por 3 ejercicios, repartidos irregularmente para evitar que los neoyorquinos decidieran actuar y quedarse con el jugador de ascendencia taiwanesa. En un roster que ya carga con los contratos de Carmelo Anthony, Amare Stoudemire y Tyson Chandler (en la 2014/2015 entre los 3 supondrán 61,538 millones de dólares a la franquicia), firmar a Lin otros 15 millones en ese periodo era a todas luces insostenible. Eso sin contar con el riesgo que supone una apuesta tal por un jugador con todo por demostrar. Que muchos equipos de la liga (como los Nets de un Prokhorov fuera de control) lo hagan es una cosa, pero loar a un equipo que decide no dejarse llevar por la locura es justo y necesario.


El riesgo de que Lin explote en los Rockets existe, y supondría más quejas y ataques a uno de los equipos que más vende del deporte mundial. Pero desde aquí doy un voto positivo a la decisión de dejar ir a Jeremy en esas condiciones, y a la  rápida reacción firmando a Raymond Felton para que forme tripleta de bases junto a los veteranos Kidd y Prigioni.  


Tras enarbolar en diversas ocasiones la bandera de la crítica más ácida contra la desastrosa gerencia de los Knicks, me muestro dispuesto a asumir mi parte de los palos que volarán hacia la capital del mundo si el último protagonista del sueño americano acaba triunfando en Texas. Quién me ha visto y quién me ve...














lunes, 16 de julio de 2012

Entre Gólems anda el juego...

El debate está en la calle (alentado sobre todo desde los medios menos baloncestísticos) y el propio Coach K lo ha reavivado en las últimas semanas, siempre en entrevistas con periodistas españoles. Es cierto que la gran baza de la selección española está en el juego interior, y que hasta que no nos crucemos con los americanos no se sabrá con certeza cual de las dos baterías presenta más poderío en la pintura, pero... ¿son verdaderamente superiores los Gasol, Felipe e Ibaka?. Analicemos a los de las barras y estrellas para tratar de dar respuesta al enigma, que en opinión del que escribe no es tal.

EEUU se presenta en las olimpiadas con importantes bajas en su juego en la zona (incluyendo la última de Blake Griffin), pero su potencial en este área es terrible, como en las demás posiciones.

Tyson Chandler es el center puro del equipo. El de los Knicks, con un juego eminentemente orientado a la defensa (más aún con la pléyade de estrellas que tiene a su alrededor), será una roca de 2,16 m en la zona estadounidense, siempre preparado para acudir en ayuda de sus compañeros y corregir errores con su intimidación.

Tras el único 5 del roster llega el infierno para los adversarios de los últimos campeones olímpicos en Pekín: la versatilidad. Kevin Love y el flamante nº1 del draft Anthony Davis aportarán su movilidad dentro-fuera, además de una voracidad inusitada por los rebotes en aro propio y ajeno (el de los Wolves ha promediado 15.2 y 13.3 capturas en las dos últimas temporadas, más de 4 de ellas en ataque). Y qué decir de los aleros de EEUU, el gran arma de esta selección.

Tanto Lebron James como Kevin Durant y Carmelo Anthony jugarán muchos minutos de ala-pívots en Londres. Capaces de defender dignamente a casi cualquier power forward rival (mucho más que dignamente en el caso del MVP de la temporada y de las finales, salvando el caso de nuestro Pau Gasol), en fase ofensiva su velocidad y arsenal de ataque resultará imposible de parar para los rivales. Tiros exteriores (aquí también habrá que vigilar a Love, último campeón del concurso de triples del All Star), penetraciones, fade aways, buenos movimientos al poste (la mejora progresiva año tras año de Melo en este área es impresionante)... una pesadilla absoluta para los stoppers enemigos. Devastadores.

Con todos estos argumentos sobre la mesa, al que escribe le parece que la riqueza del juego interior que la nueva versión del Redeem Team presentará en los Juegos es superior a la de nuestra selección, siendo ésta la segunda en potencial con bastante diferencia sobre su perseguidor. Al César lo que es del César, sin que ello nos impida soñar...

miércoles, 11 de julio de 2012

Los nuevos-viejos Knicks.

Aires vintage soplan en el Madison. La familia Knickerbocker comienza a ilusionarse de nuevo, como todos los veranos tras el enésimo fracaso. Los movimientos de la gerencia, claramente enfocados al ahora, podrían garantizar un grupo competitivo para la próxima temporada. Para empezar, un perro viejo armará el ataque de los Bockers.

Jason Kidd, el mito, el segundo mejor pasador de la historia de la NBA, ha decidido darse el gustazo de jugar en la capital del mundo, cumplido su objetivo tras ganar el anillo en Dallas. Todos somos conscientes de que el Kidd de Phoenix o el de los Nets está muy lejos ya... pero incluso la actual versión del genio californiano es perfectamente capaz de poner orden en el juego del equipo durante 25 minutos cada noche, además de erigirse en modelo y guía para Jeremy Lin (en caso de que los Knicks igualen la oferta de Houston, como parece a cierre de estas líneas) y el prometedor Iman Shumpert. Entre las dos debilidades de ambos point guards está la de controlar el ritmo de juego, algo en lo que Jason lleva 18 años impartiendo clínics en la mejor competición del planeta basket.

La segunda novedad es el retorno de un viejo conocido del Madison. Aquel fogoso joven (todo intensidad saliendo desde el banquillo), que comenzaba a comerle la tostada al crepuscular Ewing en las finales de 1999, vuelve a los Bockers tras partir en 2002 y después de una gran trayectoria como especialista en defensa y rebote allá por donde pasó. Como recambio de Tyson Chandler, Marcus Camby otorga a los Knicks un dúo con un potencial defensivo sin parangón en la liga en la posición de center. El Samurái vuelve a casa.

Las renovaciones del polémico pero genial J.R Smith (un regalo por 2.8 millones de dólares) y del tirador Novak aumentan la profundidad del roster de Mike Woodson, a falta de concretarse si se igualará la oferta de los Rockets por Lin (30 millones por 4 temporadas). Y luego está el caso de Pablo Prigioni. Como enamorado del juego del argentino (que glorifica la profesión de playmaker cada vez que salta a la cancha), el que escribe prioriza de nuevo sus habilidades en la dirección sobre sus 35 primaveras. Ver jugar a un equipo con Kidd y el pampero al timón será todo un lujo para cualquier buen aficionado a nuestro deporte.

Aún con el eterno problema de incompatibilidad entre Carmelo y Stoudamire como telón de fondo, los Knicks 2012/2013 han conseguido ilusionar de nuevo a este seguidor Bocker, esperando que al fin sea posible disfrutar de una tropa que nos enorgullezca en el momento de la verdad, transitando por la jungla de los playoffs. Poca cosa hace falta para encender a los creyentes del Garden, con dos o tres perros viejos es más que suficiente...

lunes, 9 de julio de 2012

American Idol.



"Le he dicho a Kobe que es mi ídolo, lo digo en serio, ha jugado fenomenal. Creo que es sin duda el mejor jugador de la liga".

Las palabras con las que comenzamos esta entrada ya resultarían destacables con independencia de su autoría. Pero si descubrimos que fue Shaquille O´Neal (por entonces enemistado con Bryant) el tipo que las enunció, su valía se incrementa exponencialmente para definir la gesta del escolta de los Lakers en aquel partido de los playoffs de 2001. Si además apuntamos que el rival de los californianos aquel día eran ni más ni menos que los San Antonio Spurs de Tim Duncan, el halo de momento histórico de postemporada enmarcará para siempre la exhibición del por entonces #8 angelino.

Los Lakers de Phil Jackson habían tenido una campaña algo convulsa tras ganar su primer anillo desde tiempos de Magic Johnson. La guerra por la supremacía (ya no dentro del equipo, sino en toda la NBA) entre el guard y el center había acompañado toda la travesía de la tropa, que acabaría la regular season con un record de 56-26: insuficiente para arrebatar el factor cancha a equipos como el tejano.

Y, tras aplastar a Blazers y Kings por el camino, el rodillo californiano se cruzaba en el camino de unos confiados Spurs en las finales del Oeste. Razones tenían los marines de Popovich para anticipar el desastre que se avecinaba: Bryant había promediado 37,7 puntos en los duelos de temporada regular ante una de las mejores defensas grupales de la competición.

Si en el choque anterior el escolta nacido en Philadelphia había endosado ya 48 puntos y 16 rebotes a los Sacramento Kings, a las primeras de cambio la inspiración de Kobe iba a hacer saltar por los aires la ventaja de campo de los del Álamo. Festival total de fade-aways, rectificados e invasiones imparables de una zona patrullada por Tim Duncan y David Robinson, para acabar la batalla con 45 puntos y 10 rebotes (en una serie de 19-35 en tiros). Los 36.068 aficionados presentes en el colosal Alamodome no pudieron más que presenciar el impecable trabajo en defensa de los Lakers y las furiosas acometidas de Bryant en ataque. Ninguna opción para su equipo, más allá de una pequeña remontada que les acercó a 9 puntos de los visitantes a falta de 5 minutos para el final, aprovechando una pequeña pájara rápidamente sofocada por los de púrpura y oro.

Resultado final de 104-90 para los Hollywoodenses (que acabarían endosando un humillante sweep a los Spurs) y 93 puntos de Kobe en dos partidos consecutivos de las eliminatorias por el título, brutalidad nunca vista desde tiempos de Mike.

"Es el Nº23, podéis escribirlo, sé perfectamente lo que digo", declaraciones de Horace Grant, el que fuera compañero de Jordan en los Chicago Bulls, tratando de explicar a los medios sus sensaciones ante la obra maestra de su compañero. Más allá de comparaciones innecesarias, con noches como aquella del 19 de Mayo de 2001 ha ido edificando Bryant su leyenda, la de uno de los mayores talentos de la historia de nuestro deporte. Un genio que, 11 años después, sigue castigando los aros rivales sin piedad...

http://www.youtube.com/watch?v=JkvpnmAk2xU

jueves, 5 de julio de 2012

Las 23 de Nick The Quick.

6 de Enero de 1997. Los Lakers de Dell Harris viajan a Vancouver para rendir visita a los desheredados Grizzlies. Aquel equipo angelino contaba ya en su roster con Shaquille O´Neal, recién llegado a Hollywood desde los Orlando Magic, y con un espectacular rookie aislado emocionalmente del resto de la plantilla: un tal Kobe Bryant. Eran el gérmen del equipo que dominaría la NBA con Phil Jackson un par de años más tarde, pero aún se trataba de una tropa que completaba decentes temporadas regulares para acabar estrellándose en los playoffs ante equipos mucho más trabajados (normalmente los Utah Jazz de Karl Malone y John Stockton). Al timón de aquellos Lakers estaba un base rápido y con talento, que los buenos aficionados recordarán, pero desde luego muy alejado de lo que cualquiera definiría como una leyenda... Nickey Maxwell Van Exel.

Me anticipo a vuestras reacciones: ¿por qué diablos iba este tipo a dedicar unas líneas a un partido sin mayor trascendencia, entre unos Lakers de transición y uno de los peores equipos de la historia de la liga?, ¿ha perdido el norte?. La última pregunta la dejo pendiente de un profundo auto-análisis de mi persona, pero sí me encuentro en condiciones de responder a la primera: en este duelo se produjo una de las anécdotas más curiosas de la historia del baloncesto estadounidense, un fenómeno que difícilmente podría reproducirse en nuestro días, con miles de cámaras siguiendo cada cita, atentas a cada diminuto detalle.

La historia del partido es la que sigue: los Lakers derrotaron a Vancouver 95-82, vengándose de las declaraciones de George Lynch, un ex de los angelinos venido a menos intentando acaparar protagonismo. Resulta que Lynch, jugando en el peor equipo de la liga, se permitió analizar en un artículo el juego de los Lakers como inferior al del año anterior (con él en el roster), puntualizando que tenían talento pero les faltaban jugadores encargados de la intendencia, vitales para ganar partidos. Desde luego su análisis no estaba muy alejado de la realidad, pero lo único que logró fue motivar a la indolente tropa de Harris, que por supuesto colgó el articulito en sus respectivas taquillas. Con todo, tampoco es ésta la curiosidad por la cual estamos aquí, la que ha desencadenado esta entrada del blog.

Dentro de la estadística del partido llaman poderosamente la atención (aparte de los 31 puntos y 12 rebotes de Shaq, un día más en la oficina) las 23 asistencias que repartió Van Exel. El talento de Nick fue siempre indudable, y su habilidad para el pase importante (en todas las temporadas en las que superó los 36 minutos en pista se situó entre las 8 y las 9 asistencias por noche). Pero aquella no estaba siendo una gran temporada para él, y su explosión creativa sorprendió a propios y extraños (incluidos los que presenciaron aquel partido). Supongo que las sospechas comienzan a invadir vuestras cabecitas, al igual que las de todo el mundo en aquel día del invierno de 1997.

No voy a ser cruel ni a manteneros en ascuas: el enigma halló su resolución en la misma persona que lo ocasionó. Resulta que el tipo encargado de la mesa del marcador aquella noche en Canadá era un fanático de los Lakers (algo nada extraño por otra parte) que decidió divertirse y de paso echar una mano a uno de sus jugadores favoritos, en un acto lamentable y desleal para con la pureza del deporte. El individuo en cuestión llegó a reconocer que contó como asistencia la práctica totalidad de los pases del point guard angelino a un compañero vagamente cercano a armar el brazo para efectuar un tiro. Si las reglas NBA ya son bastante más agradecidas que las Europeas en el tema de los pases a canasta, contando además con la ayuda del tío de la mesa Van Exel logró su tope de carrera: 23 obsequios entregados. Una violación en toda regla a la cultura del box score, el mismo que muchos aficionados, sin posibilidad de ver los partidos, consultábamos en aquellos últimos años del S XX como si de la piedra filosofal se tratara.

Con el desarrollo actual de Internet y la enorme cantidad de retransmisiones disponibles un fraude como el anterior sería ya difícilmente posible, pero lo cierto es que en el resumen de la trayectoria de Nick The Quick figuran en un lugar destacado esas 23 asistencias bajo sospecha que un admirador decidió regalarle aquel día en Vancouver...

martes, 3 de julio de 2012

El viejo León humilla al aspirante.



Verano de 1995. Tras caer eliminado en las semifinales del este ante los Orlando Magic de Shaquille O´Neal y Penny Hardaway en su vuelta a las canchas tras la primera retirada, Michael Jordan recupera su nº 23 de siempre y dedica el periodo estival a entrenar explorando sus límites físicos, alimentado por su eterno orgullo de campeón. El resto de la liga había vislumbrado la debilidad en el caníbal que les había atormentado durante el primer three peat de los Bulls, y las bravuconadas se sucedían entre los rivales de Air. Especialmente curiosa resultó la que será el leit motiv de este artículo.

En aquella temporada 1995/96 aterrizaba en la liga Jerry Stackhouse, seleccionado por los Sixers de Philadelphia en la tercera posición del draft. Escolta, anotador, 1.98, North Carolina: todos los ingredientes necesarios para considerarle el enésimo sucesor de Jordan. Aquellos comentarios envalentonaron al rookie, que comenzó a fanfarronear acerca de su superioridad sobre Michael durante las prácticas de verano a las que fue invitado por Su Majestad del Aire. Jordan escuchó detenidamente las declaraciones de Stack, y aguardó el momento de rendir cuentas...

Resultó que también Vernon Maxwell (extraordinario defensor y antiguo enemigo de Mike) figuraba en el roster de aquel equipo de Philly, así que Jordan podría matar ese día dos pájaros de un tiro. Y así se fueron tachando fechas hasta el 13 de enero de 1996. Los que compartían vestuario minutos antes del inicio del duelo cuentan que el #23 andaba como un león enjaulado, deseando saltar a la pista y responder al desafío.

El joven Stackhouse no tuvo tiempo de arrepentirse de sus rumbosos comentarios. Jordan fue a por él y a por Maxwell desde el primer minuto, humillándoles tanto en fase defensiva como en fase ofensiva. La agresividad del escolta de los Bulls dejó a Stack en 13 puntos con un flojo 4/11 en tiros de campo. Y qué decir de Maxwell, que acabó la noche con 4 puntos anotados en una pírrica serie de 1 acierto en 8 intentos. Pero lo verdaderamente grandioso llegaría con la exhibición en ataque de Air: 48 puntos y 10 rebotes en 34 minutos de juego, con una fantástica tarjeta de 18/28 en tiros de campo (incluyendo un 5/7 en triples y un 7/7 en tiros libres). Con los Sixers vapuleados ya al final del tercer cuarto, Jordan se sentó en el banquillo con hielo en sus rodillas para no jugar un solo minuto del último parcial.

Humillados en su propia cancha, los de la ciudad del amor fraternal acabaron cayendo por 27 puntos, mientras los Toros mantenían su rumbo hacia la mejor regular season de la historia de la NBA. Y Jordan acabaría el día con dos cadáveres más en su taquilla...

http://www.youtube.com/watch?v=gUMHZbvnMAA

lunes, 2 de julio de 2012

Instant Classics: Mr L hunde a los Pacers




La temporada 2011/2012 ha tocado a su fin y, pese a que los Juegos Olímpicos nos devolverán en breve nuestra dosis necesaria de buen baloncesto, habrá que esperar al lejano mes de Noviembre para volver a disfrutar con partidos oficiales de la mejor liga de basket del mundo. Desde aquí vamos a tratar de hacer menos áspera la espera, y qué mejor para ello que ir recordando partidos o jugadores que han llamado la atención de este humilde escritor durante su periplo siguiendo la NBA. Intentaremos con todas nuestras fuerzas que estos pequeños viajes al pasado merezcan la pena.

6 de Junio de 1999. Última ronda de la conferencia este. Tras su inesperada aparición en las finales ante los Spurs el año anterior, los Knicks de Jeff Van Gundy buscan repetir presencia en el último estadio de la guerra por el anillo, con un equipo similar al que salió escaldado ante el rodillo tejano. El enemigo: los Indiana Pacers de Jalen Rose, Mark Jackson, Dale Davis, Rik Smits y sobre todo Reggie Miller, el enemigo público nº1 del Madison Square Garden.

Con la serie empatada a 1 los Pacers visitan el mítico Madison, la catedral de la capital del mundo. Últimos suspiros del partido. Pese a la mala noche de Miller,  los Pacers mandan 89-81 gracias a la gran dirección de Jackson y a la exhibición del gigante holandés Smits en ataque. Los neoyorquinos se agarran desesperadamente al partido, acaudillados por Larry Johnson y un enorme Marcus Camby desde el banquillo, con Houston y Sprewell secundando el horrible partido de The Killer.

La defensa de los Knicks ahoga a los Pacers, que no logran anotar durante 3 minutos, mientras sus rivales se acercan poco a poco. La remontada comienza con un triple de Childs y 2 tiros libres de Camby acaban poniendo el 89-88 en el electrónico, tras los tiempos muertos de Van Gundy exigiendo una defensa rabiosa y ataque rápidos y agresivos al aro. Falta y tiros libres para Mark Jackson (ex de los de NY): 91-88 para Indiana. El Garden está que arde, con sus apasionados fieles enfervorizados.

El coach de los Bockers diseña el último ataque con dos posibles ejecutores: Allan Houston y Larry Johnson. El equipo pone el balón en juego con maneras anárquicas, sin orden ni concierto pese al tiempo muerto, y apunto está Jalen Rose de culminar el robo. Pero la caprichosa pelotita naranja llega a manos de Mr L, que inicia una serie de amagos ante Antonio Davis para crearse el tiro, y acaba levantándose para clavar el triplazo más falta personal a 5 segundos del final. Johnson convertiría también el adicional y esa mítica jugada de 4 puntos daría a los Knicks la victoria, tras un infructuoso último intento de un Jackson acosado por la defensa en jauría neoyorquina. 91-92. 26 puntos con la firma del tipo con la casaca #2.

La polémica alrededor de la jugada caldeó el ambiente durante días (ciertamente la falta parece ser anterior al tiro) y los Bockers acabarían perdiendo aquellas series y con ellas su billete a la gran final, pero la jugada de Grandmama Johnson pasaría a la historia junto a su poderosa celebración formando una L con sus brazos.

http://www.youtube.com/watch?v=oJLDI0VSZOM&feature=related

Our time now...

"Takin´a chance for one another

Finally it´s our time now..."

Ha llegado el momento, la hora de que una franquicia eternamente perdedora mire al futuro con optimismo, como lo haría un claro contendiente al título de la NBA. Tras años siendo el hazmerreír de la liga, los Clips han construido un proyecto atractivo que además ha sufrido este año el doloroso pero necesario batacazo de aprendizaje en los playoffs. En la jungla de la postemporada no hay piedad... y esta lección les fue impartida a los Clippers de mano de un equipo veterano, capaz de medir esfuerzos en la temporada regular con la vista puesta en llegar en la mejor forma posible a los momentos decisivos. Los Spurs arrasaron 4-0 al hermano pobre de Los Ángeles, incapaz de hallar soluciones con Chris Paul muy tocado y Griffin a merced del veterano Tim Duncan. El palo fue duro, pero el futuro pinta prometedor.

Blake Griffin afrontará a partir del mes de Noviembre su tercera temporada como profesional. La experiencia de sus primeros playoffs resultó impagable para el monstruoso ala-pívot, una esponja que va sumando conceptos nuevos a su juego para combinarlos con su prodigioso potencial físico. Tener a Chris Paul al lado va a ayudar mucho al chaval, que tiene en el base All Star un ejemplo impagable de liderazgo y decisión en los minutos calientes de los partidos. La pareja Paul-Blake está llamada a erigirse en alternativa real a los poderosos Oklahoma City Tunder en la lucha por la supremacía en la conferencia oeste.

Además, para unirse al dúo vuelve a casa este verano el hijo pródigo: Lamar Odom cierra el círculo y retorna al equipo que le drafteó allá por 1999, cuando le cayó la etiqueta de nuevo Magic Johnson. Tras la mala experiencia en Dallas, a donde llegó rebotado de unos Lakers que pretendieron utilizarle como moneda de cambio en un hipotético traspaso para lograr al propio Paul o a Dwigth Howard, Odom parece aterrizar con ganas y optimismo en el floreciente roster Clipper (que cuenta además con DeAndre Jordan como pívot defensivo, y el talento de Caron Butler en la posición de 3 entre otros), al cual ayudará y mucho con su gran versatilidad y experiencia (la que le da los dos anillos ganados con los enemigos Lakers). Los Clippers de principios del siglo XXI sumaron seguidores por su estilo desenfadado y jugadores espectaculares entregados a la cultura gangsta. Molaban... pero no ganaban. Ahora el alero de Queens se une a una tropa que ya el año pasado volvió a los playoffs, llamada a pelear por los logros máximos.

No hay excusas, ya no vale con estar entre los 8 mejores de la costa oeste... el tiempo del hermano pobre ha llegado.