martes, 29 de mayo de 2012

La mano que mece la espuela...

Siempre se le ha echado en cara la forma en la que llegó al banquillo de los Spurs... y ciertamente aquel episodio distó un mundo de la elegancia y moralidad exigible a cualquiera que se vista de los pies a la cabeza. Pero en un mundo ultra-profesionalizado como el NBA los puñales vuelan, y nadie está a salvo de ser traicionado por el tipo más cercano.

A comienzos de la temporada 1996-97 Gregg Popovich era el presidente de operaciones de los San Antonio Spurs, y George Hill dirigía al equipo desde el banquillo. A Hill le tocó comerse el marrón de comenzar la temporada sin el pilar del equipo, un David Robinson lesionado durante los primeros 18 partidos de la temporada. Y justo el día del retorno del Almirante llegó el mazazo: Pops se cargaba fulminantemente al coach para encargarse él mismo del equipo en la pista. Las críticas arreciaron contra el antiguo miembro de inteligencia de la Air Force, que aguantó una nueva lesión de Robinson para acabar pescando aquel verano la primera elección del draft.

Y aquí comenzó la edad dorada de la franquicia tejana. Elegir a Tim Duncan para acompañar a Robinson, en uno de los mejores combos interiores de siempre, no es el gran mérito de Popovich. Sí lo es haberse convertido en uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos.

Draftear a Manu Ginobili con una elección Nº 57 del draft y luego convencer al crack de Bahía Blanca, con potencial de All Star perenne, de que liderar la segunda unidad era lo mejor para el equipo. Dar el mando de la tropa a un chaval francés de apenas 20 primaveras. Integrar jugadores a priori marginales (Bruce Bowen, Malik Rose, Devin Brown, Gary Neal...), que aumentan exponencialmente su valía bajo el manto protector del conjunto. Domar a cortocircuitos andantes como Stephen Jackson, siempre equilibrado con la sombra del entrenador de orígen serbio a sus espaldas. Mutar de un baloncesto defensivo y farragoso al juego anotador de esta temporada sin ir más lejos. Decisiones supeditadas a las herramientas disponibles, y dirigidas siempre a la potenciación de los dos mantras vitales de Popovich: EQUIPO y GANAR.

Y ahí siguen los Spurs, tras los anillos de 1999, 2003, 2005 y 2007. En la final del Oeste contra los pujantes Oklahoma City Thunder, que se llamaban Supersonics y jugaban en la lluviosa Seattle cuando los tejanos hacían historia en la liga.

Ya en la primera victoria de San Antonio ( 9-0 hasta el momento en playoffs), los buenos aficionados pudimos degustar algunas de las trampas de Gregg ha preparado para los chicos de Scott Brooks, sobre todo las ayudas en defensa ante las poderosas penetraciones a canasta del huracán Westbrook. Y lo que te rondaré morena...

La batalla del Álamo ha comenzado... una vez más.

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2 comentarios:

  1. La verdad es que un grandísimo entrenador, en cuanto a la serie con OKC, y complementando lo que has dicho de la defensa sobre Westbrook o Harden en el 1 partido, hay que destacar que la gran diferencia es la capacidad anotadora del banquillo de SAS, como ejemplo el 2 partido, OKC no perdió por los 34 puntos de Parker o los 20 de Ginobili, sino porque de su banquillo solo anotaron Harden y Fisher,mientras que prácticamente todos los jugadores de los SAS anotaron (en realidad todos menos Anderson), y eso se nota. Por cierto partidazo de Leonard

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  2. El rendimiento del banquillo es otro de los grandes logros de Popovich. Esta eliminatoria va a ser un cursillo acelerado para Brooks porq, si algo está claro, es q Pops le va a pegar un repaso (y no porq sea malo ojo, pero le falta bastante para llegar al nivel de Gregg).
    Efectivamente, partidazo del rookie en el segundo!

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