Se acabó, la etapa gloriosa que se abrió con la llegada de Gasol a Hollywood en Febrero de 2008 ha tocado a su fin. Los Lakers de las 3 finales consecutivas y de los 2 anillos de campeón entonaron ayer en Oklahoma su canto del cisne particular, en medio de la emocionante lucha de su líder por postergar un final inevitable.
La fórmula está agotada. Las señales que nos dejó el sweep del año pasado ante Dallas en segunda ronda se han confirmado este año. Tras una serie que no supieron rematar hasta el séptimo partido ante los Nuggets (con la dupla Bynum-Gasol insultantemente dócil hasta ese último duelo), el envite ante los Oklahoma City Thunder ha sido demasiado para los angelinos.
Cierto es que los Lakers han dejado escapar incomprensiblemente dos partidos (especialmente doloroso el segundo fuera de casa, en el que un gran trabajo en defensa se fue por el sumidero en unos infames minutos finales) que tenían perfectamente encauzados, pero se les ha visto durante toda la serie muy justos para competir con unos Thunder más frescos y agresivos, tanto en fase ofensiva como en defensiva. Y en esos minutos decisivos es cuando dicha inferioridad física se hecho patente con mayor claridad.
Las malas decisiones de Bryant en los momentos calientes (inesperadas en un tipo como él, el clutch player por excelencia) han lastrado a los Lakers, y su tendencia a absorber juego ofensivo y lanzarse una y otra vez contra las torres Thunder tampoco ha ayudado en determinados momentos a los de púrpura y oro. Pero, desde toda la subjetividad asociada a un análisis personal como éste, Bryant ha cumplido con su rol de líder en estos playoffs, dejándonos momentos para el recuerdo como ese partido ante Denver en el que, lastrado por la enfermedad, luchó hasta la extenuación por evitar la derrota. Postal parecida a la de ayer en Oklahoma, donde los Lakers llegaron hasta donde pudo su legendario escolta, que con 42 puntos peleó casi en solitario contra Durant y Westbrook, y mantuvo a los angelinos en el partido hasta las postrimerías del tercer cuarto. Veredicto: la Mamba Negra, para lo bueno y para lo malo, aún veterano y falto de frescura, nunca se esconde.
No puede decir un servidor lo mismo de Pau Gasol y Andrew Bynum,. La pareja interior de los Lakers, dos 7 pies talentosos y complementarios, diferenciales en definitiva, no han sido constantes ni atacando ni protegiendo su canasta en esta postemporada.
Gasol ha demandado más protagonismo en los sistemas ofensivos, pero cuando la bola caía en sus manos esa ambición verbalizada palidecía sobremanera. Los números, aunque nunca expliquen la totalidad del juego, son bastante rotundos: 12.5 puntos, 9.5 rebotes, 3.7 asistencias y 2.1 tapones. Interesante contribución en varias facetas pero escasísima agresividad en ataque, con unos porcentajes de acierto en los tiros similares a los de Bryant (un escolta, que además asume muchos más lanzamientos).
Bynum, pese a su irregularidad, completó una buena serie ante los Nuggets, bajando mucho sus prestaciones ante los Thunder. Incapaz de imponerse a unos pétreos Perkins e Ibaka, el center angelino tampoco ha sido un factor decisivo en las semifinales de conferencia.
Añadamos el patético desempeño de Barnes (cuando ha estado apto) y Sessions (trastazo absoluto el del base, tras su esperanzadora regular season), la aceptable aportación de un Metta que ya no está para parar a jóvenes monstruos como Durant o Harden, y los tiros esporádicos de Steve Blake (salvajemente criticado por fallos como el del segundo partido). Eso son los Lakers a día de hoy. Y esta realidad es inaceptable para el imperio púrpura y oro, con las máximas exigencias año tras año.
De nuevo resuenan los tambores de guerra en Hollywood, anunciando la inminente reconstrucción del roster. El verano será largo para Pau y Bynum, los elementos más atractivos que la franquicia puede ofrecer en el mercado, en busca del pointguard estrella que la tropa necesita. Y también lo será para el coach Brown, muy cuestionado por prensa y afición, que además ha tenido choques varios con los gallitos del vestuario. En el haber de Mike, la mejoría atrás de la escuadra. En el debe, sus inexistentes sistemas ofensivos.
Con todo, algo debe quedarnos claro: caiga quién caiga, e independientemente del tiempo que lleve el proceso, los Lakers volverán para reclamar el cetro de la liga. Siempre lo han hecho...