viernes, 24 de agosto de 2012

El Señor en el alambre...



La historia del deporte la definen los elegidos: esos individuos especiales, capaces de mantener la calma cuando el resto del mundo está desquiciado o superado por la presión. En esos momentos definitivos, esta casta de deportistas decide el destino de las competiciones como el que entra cada mañana en la oficina, considerándolo parte de su trabajo.

En el baloncesto americano se acuñó el término clutch player para agrupar a estos tipos únicos. Jerry West, Michael Jordan, Reggie Miller, Kobe Bryant... han sido muchas las estrellas encargadas de monopolizar los últimos tiros en sus equipos, protagonizando momentos inolvidables de la NBA. Vamos a deternos sin embargo en un jugador alejado de ese arqueotipo de superestrella, un role-player que dormitaba las 82 noches de regular season para esperar el momento de aparecer en los playoffs, en esos segundos del todo o nada en los que tanto disfrutaba. Durante las postemporadas NBA de finales del SXX y principios del XXI, un pistolero transitaba por las canchas, cambiando de franquicia pero sin abandonar nunca su frialdad legendaria. Todo el Salvaje Oeste lo sabía: no conviene poner tu destino en manos de Robert Horry...

Finales de la NBA de 2005. Detroit Pistons y San Antonio Spurs protagonizan una serie áspera, empatada a 2 y gobernada por las defensas y los marcadores bajos. El 21 de Junio tiene lugar en el Palace de Auburn Hills el siempre importante 5º partido, decisivo en un alto porcentaje de las batallas por el anillo.

La igualdad preside un duelo en el que nuestro protagonista (a punto de cumplir los 35 años) anota sus primeros puntos con un triple a falta de un segundo para el final del tercer cuarto. Horry había sido intrascendente hasta entonces, y los de la Mo-Town se centraban en reducir el impacto de Duncan, Parker y Ginóbili, el big-three de los tejanos. Pero si algo se puede garantizar es que el sol saldrá cada mañana... y que Rob siempre aparecerá en el instante cumbre, con todos los flashes pendientes.

Horry toma el control y gobierna el partido en el ultimo cuarto y la prórroga. Festival de triples y tremendo mate a una mano más adicional para responder a los envites de un enorme Chauncey Billups, líder absoluto de la reencarnación de los míticos Bad Boys. Pero lo mejor estaba por llegar.

9.4 segundos para el final del tiempo extra. 95-93 arriba Detroit. Horry saca de banda hacia Manu Ginóbili. El escolta argentino se ve acosado en la esquina por los defensores del equipo de Larry Brown y devuelve el balón al pasador, libre de marca. Error fatal, impropio de una tropa experimentada: nunca dejes espacio al killer por excelencia con el partido a cara o cruz.

Big Shot Rob recibe desde más allá de la línea de 3, y el resultado pasaría a formar parte de la lista particular de milagros orquestados por el ala-pívot nacido en Maryland. La pelota naranja besa la red, los Spurs ganan el choque y Rob planta su bandera en la colina de Auburn.

Aquel sería el 6º anillo de la carrera de un jugador único, que cerraría su trayectoria con un título más en la temporada 2006/2007. La leyenda de Big Shot Rob, el asesino en el alambre...

http://www.youtube.com/watch?v=BZdik09RGJI






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