lunes, 27 de agosto de 2012
El psicólogo de los Bulls.
Todo el mundo tenía su papel en los míticos Bulls del segundo three-peat, tras la primera retirada en falso de Jordan. Mike era el líder absoluto, anotador, creador y ejecutor a la vez. Pippen se erigió en inmejorable escudero, una super-estrella al servicio de Air, talento multi-tarea y fantástico defensor. Kukoc era la clase ofensiva, partiendo desde la segunda unidad para ganar protagonismo gradualmente. Harper fue el hombre que se reinventó, en una loable transformación de estrella a role player con las lesiones como detonante. Jackson el gurú desde el banco, el hippie de dos metros que se atrevió a poner sobre el tapete el triángulo ofensivo del venerable Tex Winters. Y Rodman... Rodman era mucho más que su fanatismo por el rebote. Bajo su carcasa de excentricidad, sus infinitos tatuajes y su pelo multicolor, El Gusano era el psicólogo de los toros.
Aquellos Bulls se jugaron sus anillos en gloriosas batallas finales ante los Seattle Supersonics y los Utah Jazz, dos equipos con puntos en común: dos fantásticos bases a los mandos (Gary Payton y John Stockton) y dos armas de primer orden en la posición de power-forward.
Shawn Kemp y Karl Malone eran las grandes amenazas para los de la Windy City, siempre faltos de elementos de primer nivel en la pintura. El Kemp de 1996 era un monstruo volador, que ridiculizaba adversarios cada día con mates inhumanos. Un talento físico completado con un fantástico tiro a 5 metros, gran movilidad y habilidad al rebote. Sus cargas hicieron mucho daño a los del coach Zen, mientras Rodman le permitió mantenerse en los partidos. Porque Dennis conocía la facilidad de The Reign Man para distraerse, para perderse en pequeñas batallas individuales y abstraerse del verdadero reto: ganar el partido. Y por ahí atacó El Gusano a Shawn: juego subterráneo, provocaciones directas tras cada rebote ofensivo, teatro descarado... armas psicológicas que limitaron la incidencia de un Kemp imperial en la serie, pero fuera del partido en momentos trascendentales del decisivo 6º encuentro en el United Center.
Y qué decir de Karl Malone. El eterno ala-pívot, que elevó el pick&roll a la categoría de arte junto a su inseparable Stockton, MVP de la liga en 1997 y segundo de la votación tras Jordan un año después, también sufrió las provocaciones reiteradas de Rodman. El Cartero era una máquina de anotar y un tipo bravucón a la vez, que presumía en cuanto le era posible de su juego físico. Y Dennis no iba a rechazar el desafío. Míticas fueron sus batallas al límite del reglamento, con conatos de wrestling incluidos. Todo con el objetivo de sacar de quicio a Karl.
http://www.youtube.com/watch?v=OdUT3GPlGwU
Tras los excesos varios de Rodman, tras su descontrolada existencia (fuga a las Vegas en plenas finales ante los Jazz incluida) y su estrafalaria imagen, se escondía una importante arma mental de los de Illinois. El Gusano marrullero, psicólogo en pista de los Chicago Bulls...
viernes, 24 de agosto de 2012
El Señor en el alambre...
La historia del deporte la definen los elegidos: esos individuos especiales, capaces de mantener la calma cuando el resto del mundo está desquiciado o superado por la presión. En esos momentos definitivos, esta casta de deportistas decide el destino de las competiciones como el que entra cada mañana en la oficina, considerándolo parte de su trabajo.
En el baloncesto americano se acuñó el término clutch player para agrupar a estos tipos únicos. Jerry West, Michael Jordan, Reggie Miller, Kobe Bryant... han sido muchas las estrellas encargadas de monopolizar los últimos tiros en sus equipos, protagonizando momentos inolvidables de la NBA. Vamos a deternos sin embargo en un jugador alejado de ese arqueotipo de superestrella, un role-player que dormitaba las 82 noches de regular season para esperar el momento de aparecer en los playoffs, en esos segundos del todo o nada en los que tanto disfrutaba. Durante las postemporadas NBA de finales del SXX y principios del XXI, un pistolero transitaba por las canchas, cambiando de franquicia pero sin abandonar nunca su frialdad legendaria. Todo el Salvaje Oeste lo sabía: no conviene poner tu destino en manos de Robert Horry...
Finales de la NBA de 2005. Detroit Pistons y San Antonio Spurs protagonizan una serie áspera, empatada a 2 y gobernada por las defensas y los marcadores bajos. El 21 de Junio tiene lugar en el Palace de Auburn Hills el siempre importante 5º partido, decisivo en un alto porcentaje de las batallas por el anillo.
La igualdad preside un duelo en el que nuestro protagonista (a punto de cumplir los 35 años) anota sus primeros puntos con un triple a falta de un segundo para el final del tercer cuarto. Horry había sido intrascendente hasta entonces, y los de la Mo-Town se centraban en reducir el impacto de Duncan, Parker y Ginóbili, el big-three de los tejanos. Pero si algo se puede garantizar es que el sol saldrá cada mañana... y que Rob siempre aparecerá en el instante cumbre, con todos los flashes pendientes.
Horry toma el control y gobierna el partido en el ultimo cuarto y la prórroga. Festival de triples y tremendo mate a una mano más adicional para responder a los envites de un enorme Chauncey Billups, líder absoluto de la reencarnación de los míticos Bad Boys. Pero lo mejor estaba por llegar.
9.4 segundos para el final del tiempo extra. 95-93 arriba Detroit. Horry saca de banda hacia Manu Ginóbili. El escolta argentino se ve acosado en la esquina por los defensores del equipo de Larry Brown y devuelve el balón al pasador, libre de marca. Error fatal, impropio de una tropa experimentada: nunca dejes espacio al killer por excelencia con el partido a cara o cruz.
Big Shot Rob recibe desde más allá de la línea de 3, y el resultado pasaría a formar parte de la lista particular de milagros orquestados por el ala-pívot nacido en Maryland. La pelota naranja besa la red, los Spurs ganan el choque y Rob planta su bandera en la colina de Auburn.
Aquel sería el 6º anillo de la carrera de un jugador único, que cerraría su trayectoria con un título más en la temporada 2006/2007. La leyenda de Big Shot Rob, el asesino en el alambre...
http://www.youtube.com/watch?v=BZdik09RGJI
martes, 21 de agosto de 2012
La hora de Monta.
Año 2007. Playoffs NBA. Los salvajes Golden State Warriors, liderados por Baron Davis y Stephen Jackson en la cancha y dirigidos en una anarquía controlada por Don Nelson desde el banquillo, sorprenden al planeta basket eliminando a los Dallas Mavericks (que llegaban líderes del oeste, con un record de más de 60 victorias en aquella temporada regular) en 1ª ronda y luchando contra Utah en las semifinales de conferencia. En aquel roster de fanáticos entregados al baloncesto de ataque de Nellie figuraba un sophomore talentoso, que aprendía los secretos del profesionalismo bajo la tutela del anárquico base californiano. Aquel chaval respondía al nombre de Monta Ellis...
5 años después Ellis se ha convertido en un gran jugador NBA. Excelso anotador, letal en las penetraciones a canasta, con un primer paso infernal para sus defensores, facilidad para encontrar al compañero libre cuando la defensa se echa sobre él y un talento especial para defender las lineas de pase de rival... pero al que se le resiste el estatus de estrella de la liga. A sus 26 años (y pese a llegar a superar los 24 puntos de promedio en 2 temporadas consecutivas) Ellis nunca ha sido All Star, y no ha vuelto a pisar la postemporada desde aquella memorable aventura de los Locos de la Bahía. Ya va siendo hora de revertir las tornas...
A mediados de la campaña pasada Monta abandonó los Warriors (a los que llegó desde la elección nº 40 del sorteo de 2005, un auténtico robo del draft) para recalar en los Milwaukee Bucks. Su impactante sociedad exterior junto a Brandon Jennings funcionó decentemente desde el inicio, y los ciervos de Scott Skiles abandonaron su baloncesto cerebral de los últimos ejercicios para entregarse a la velocidad y al talento de su pareja de guards. Jugando con Drew Gooden y el turco Ilyasova como liviano juego interior, los Bucks no quedaron lejos de las últimas plazas de playoff y comenzaron a sentar las bases para buscar su sitio en la 2012/2013.
Con los fichajes de Dalembert y Pryzbilla para sumar kilos necesarios en la zona, los de Wisconsin apuntan a candidato en el este para seguir compitiendo más allá del mes de abril. Objetivo que alcanza la categoría de necesidad para Monta Ellis, de cara a su pospuesta consagración entre el firmamento de la liga. Las oportunidades se acaban para que el de Jackson pase de entretenimiento habitual entre las mejores jugadas del día a escolta respetado en la mejor competición de baloncesto del planeta. La alarma del reloj de Monta lleva todo el verano sonando... El tiempo de saltar a escena y reclamar todos los focos no puede esperar más.
5 años después Ellis se ha convertido en un gran jugador NBA. Excelso anotador, letal en las penetraciones a canasta, con un primer paso infernal para sus defensores, facilidad para encontrar al compañero libre cuando la defensa se echa sobre él y un talento especial para defender las lineas de pase de rival... pero al que se le resiste el estatus de estrella de la liga. A sus 26 años (y pese a llegar a superar los 24 puntos de promedio en 2 temporadas consecutivas) Ellis nunca ha sido All Star, y no ha vuelto a pisar la postemporada desde aquella memorable aventura de los Locos de la Bahía. Ya va siendo hora de revertir las tornas...
A mediados de la campaña pasada Monta abandonó los Warriors (a los que llegó desde la elección nº 40 del sorteo de 2005, un auténtico robo del draft) para recalar en los Milwaukee Bucks. Su impactante sociedad exterior junto a Brandon Jennings funcionó decentemente desde el inicio, y los ciervos de Scott Skiles abandonaron su baloncesto cerebral de los últimos ejercicios para entregarse a la velocidad y al talento de su pareja de guards. Jugando con Drew Gooden y el turco Ilyasova como liviano juego interior, los Bucks no quedaron lejos de las últimas plazas de playoff y comenzaron a sentar las bases para buscar su sitio en la 2012/2013.
Con los fichajes de Dalembert y Pryzbilla para sumar kilos necesarios en la zona, los de Wisconsin apuntan a candidato en el este para seguir compitiendo más allá del mes de abril. Objetivo que alcanza la categoría de necesidad para Monta Ellis, de cara a su pospuesta consagración entre el firmamento de la liga. Las oportunidades se acaban para que el de Jackson pase de entretenimiento habitual entre las mejores jugadas del día a escolta respetado en la mejor competición de baloncesto del planeta. La alarma del reloj de Monta lleva todo el verano sonando... El tiempo de saltar a escena y reclamar todos los focos no puede esperar más.
viernes, 17 de agosto de 2012
Peter Pan aterriza en Philly.
El final del culebrón Howard ha provocado un tsunami en la liga en forma de mega-traspaso, que ha acabado creando una nueva potencia en la conferencia este. Los Sixers de Philadelphia salen fortalecidos del movimiento y se presentan como uno de los equipos a seguir en la nueva temporada 2012/2013.
El conjunto de la ciudad del amor fraternal, que ya pusiera contra las cuerdas a los Celtics en la segunda ronda de los pasados playoffs, tendrá ahora uno de los pívots más poderosos de la liga en su pintura, con el consiguiente incremento de potencial que ello conlleva. A los Holiday, Turner, Young, Hawes o el recién llegado Wright se suman ahora Richardson y sobre todo el hombre al que hacíamos referencia: el pívot All Star Andrew Bynum.
Tras batir records de precocidad siendo el jugador más joven en debutar en la NBA con 17 primaveras, la carrera de Bynum ha estado marcada por un enorme potencial mostrado solo a fogonazos debido a problemas de lesiones combinados con una eterna inmadurez. Hasta que la pasada campaña (en su séptimo año como profesional) el chico explotó definitivamente: 18.7 puntos, 11.8 rebotes y 2 tapones en los 60 duelos disputados (primera temporada sin lesiones desde sus tiempos como sophomore), titularidad en el All Star Game... Y unos playoffs contradictorios. Si bien su rendimiento en postemporada fue estadísticamente irreprochable (16.7 puntos, 11.1 rebotes y 3.1 tapones como promedios), la irregularidad y falta de actitud en defensa del dúo interior Laker en varios duelos ante Denver y Oklahoma originó virulentas críticas hacia Gasol y Andrew. Todo ello, unido a constantes muestras de esa inmadurez de la que hablábamos (inolvidable aquel encontronazo con Mike Brown cuando el jugador decidió por motu propio empezar a tirar triples para expandir su juego...), ha tenido al center de New Jersey todo el año en el disparadero, hasta el punto de tener que hacer las maletas en la operación Howard.
El nuevo reto se presentaría motivante para cualquiera: un buen equipo en el que Andrew deberá llevar la voz cantante, último año de contrato con el mercado a sus pies en caso de completar una buena campaña en Philly... Un atrayente desafío para el niño de 2,13 metros y 129 kilos. El mastodóntico Peter Pan de la liga, ante su prueba de madurez definitiva.
El conjunto de la ciudad del amor fraternal, que ya pusiera contra las cuerdas a los Celtics en la segunda ronda de los pasados playoffs, tendrá ahora uno de los pívots más poderosos de la liga en su pintura, con el consiguiente incremento de potencial que ello conlleva. A los Holiday, Turner, Young, Hawes o el recién llegado Wright se suman ahora Richardson y sobre todo el hombre al que hacíamos referencia: el pívot All Star Andrew Bynum.
Tras batir records de precocidad siendo el jugador más joven en debutar en la NBA con 17 primaveras, la carrera de Bynum ha estado marcada por un enorme potencial mostrado solo a fogonazos debido a problemas de lesiones combinados con una eterna inmadurez. Hasta que la pasada campaña (en su séptimo año como profesional) el chico explotó definitivamente: 18.7 puntos, 11.8 rebotes y 2 tapones en los 60 duelos disputados (primera temporada sin lesiones desde sus tiempos como sophomore), titularidad en el All Star Game... Y unos playoffs contradictorios. Si bien su rendimiento en postemporada fue estadísticamente irreprochable (16.7 puntos, 11.1 rebotes y 3.1 tapones como promedios), la irregularidad y falta de actitud en defensa del dúo interior Laker en varios duelos ante Denver y Oklahoma originó virulentas críticas hacia Gasol y Andrew. Todo ello, unido a constantes muestras de esa inmadurez de la que hablábamos (inolvidable aquel encontronazo con Mike Brown cuando el jugador decidió por motu propio empezar a tirar triples para expandir su juego...), ha tenido al center de New Jersey todo el año en el disparadero, hasta el punto de tener que hacer las maletas en la operación Howard.
El nuevo reto se presentaría motivante para cualquiera: un buen equipo en el que Andrew deberá llevar la voz cantante, último año de contrato con el mercado a sus pies en caso de completar una buena campaña en Philly... Un atrayente desafío para el niño de 2,13 metros y 129 kilos. El mastodóntico Peter Pan de la liga, ante su prueba de madurez definitiva.
martes, 14 de agosto de 2012
Carpe Diem.
4 divos en un quinteto, un circo baloncestístico dispuesto a iniciar su gira triunfal desde Hollywood por todo Estados Unidos. Ya vivimos algo parecido en el año 2004, cuando Gary Payton y Karl Malone se unieron a Shaq y Kobe en un equipo que acabó fracasando en el último escalón hacia la gloria. Los nuevos Lakers 2012/2013 son desde ya el gran desafío para los Oklahoma City Thunder en la conferencia oeste, y para los Miami Heat en la guerra del anillo. Kobe Bryant tiene nuevos genios a su alrededor, para alcanzar al fin los 6 anillos de campeón del caníbal Jordan.
Primero firmó Steve Nash, el mago canadiense (nacido en Sudáfrica) llamado a liderar la orquesta a sus 38 años. La edad no perdona, y el 2 veces MVP (que nunca mostró excesiva pasión por la defensa) será el extremo débil del engranaje Laker a la hora de bajar el culo atrás. Pero en fase ofensiva toda la liga sabe lo que Stevie es capaz de hacer aún cerca de la cuarentena: 30 minutos de puro espectáculo, creatividad en el pase, y certeros puñales en forma de tiros exteriores. Un cheque al portador para los pívots angelinos.
Y precisamente en el juego interior es donde encontramos el otro gran fichaje de la temporada. El eterno culebrón ha llegado a su fin, y los Lakers han cambiado a su joven pívot All Star Andrew Bynum por un monstruo llegado desde Florida. Dwight Howard calca el camino que ya emprendiera Shaquille O´Neal a finales del S XX, y llega a California para cumplir el año de contrato que arrastra de su anterior acuerdo con los Orlando Magic.
Supermán mejorará y mucho las prestaciones defensivas de Bynum, cuya falta de actitud atrás distorsionó el nivel de los interiores rivales en los pasados playoffs ( McGee deberá agredecerle eternamente su nuevo contrato estelar al díscolo ex-jugador de Mike Brown). Los 15 rebotes y 2 tapones por noche están garantizados, y en ataque los balones de Nash al centro de la zona acabarán en brutales agresiones al aro rival. Cierto es que, pese a los publicitados esfuerzos y entrenamientos especializados, el juego ofensivo de Dwight no pasa de mates bajo el aro y un par de movimientos al poste. Será este el único aspecto en el que los angelinos perderán con el canje.
Nash-Kobe-Metta-Pau-Howard. El mejor quinteto de la liga, una colección de talentos únicos reunidos en pos de la gloria máxima. Con otro veterano de lujo como Antawn Jamison aportanto su caudal de puntos desde el banco, Mitch Kupchak deja en manos del coach Brown una tropa confeccionada para dominar en presente, para devolver el título al Staples Center antes de que sus veteranas estrellas se retiren a pescar. La temporada para los Lakers solo se conjuga con el verbo ganar, ganar y convencer a Howard de cara a una renovación con los de púrpura y oro al final de la campaña.
La dinastía prometida por Lebron amenazada por el eterno imperio Laker. La guerra del anillo versión 2012/2013.
Primero firmó Steve Nash, el mago canadiense (nacido en Sudáfrica) llamado a liderar la orquesta a sus 38 años. La edad no perdona, y el 2 veces MVP (que nunca mostró excesiva pasión por la defensa) será el extremo débil del engranaje Laker a la hora de bajar el culo atrás. Pero en fase ofensiva toda la liga sabe lo que Stevie es capaz de hacer aún cerca de la cuarentena: 30 minutos de puro espectáculo, creatividad en el pase, y certeros puñales en forma de tiros exteriores. Un cheque al portador para los pívots angelinos.
Y precisamente en el juego interior es donde encontramos el otro gran fichaje de la temporada. El eterno culebrón ha llegado a su fin, y los Lakers han cambiado a su joven pívot All Star Andrew Bynum por un monstruo llegado desde Florida. Dwight Howard calca el camino que ya emprendiera Shaquille O´Neal a finales del S XX, y llega a California para cumplir el año de contrato que arrastra de su anterior acuerdo con los Orlando Magic.
Supermán mejorará y mucho las prestaciones defensivas de Bynum, cuya falta de actitud atrás distorsionó el nivel de los interiores rivales en los pasados playoffs ( McGee deberá agredecerle eternamente su nuevo contrato estelar al díscolo ex-jugador de Mike Brown). Los 15 rebotes y 2 tapones por noche están garantizados, y en ataque los balones de Nash al centro de la zona acabarán en brutales agresiones al aro rival. Cierto es que, pese a los publicitados esfuerzos y entrenamientos especializados, el juego ofensivo de Dwight no pasa de mates bajo el aro y un par de movimientos al poste. Será este el único aspecto en el que los angelinos perderán con el canje.
Nash-Kobe-Metta-Pau-Howard. El mejor quinteto de la liga, una colección de talentos únicos reunidos en pos de la gloria máxima. Con otro veterano de lujo como Antawn Jamison aportanto su caudal de puntos desde el banco, Mitch Kupchak deja en manos del coach Brown una tropa confeccionada para dominar en presente, para devolver el título al Staples Center antes de que sus veteranas estrellas se retiren a pescar. La temporada para los Lakers solo se conjuga con el verbo ganar, ganar y convencer a Howard de cara a una renovación con los de púrpura y oro al final de la campaña.
La dinastía prometida por Lebron amenazada por el eterno imperio Laker. La guerra del anillo versión 2012/2013.
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